Para mi la respuesta durante casi toda mi vida fue tener el cuerpo perfecto y nunca volver a engordar.
Que loco ¿no? De todas las cosas que podría pedir siempre escogía esa y es que en realidad era lo que más deseaba en este universo. A mi trastorno lo acompaña un monstruo silencioso que vive en mi cabeza y se llama ansiedad, cuando se divorciaron mis papás apareció por primera vez y se ha quedado durante muchos muchos años.
El disfraz favorito de mi ansiedad es en un miedo excesivo a engordar, cuando éste me apodera realmente me hace pensar que nada en este mundo me podría hacer más miserable que tener sobrepeso y lo peor es que me convierte en una amenaza para mi misma.
Este horrible disfraz ha estado conmigo desde pequeña e hizo que poco a poco fuera odiando partes de mi. En un momento se rompió la confianza entre mi cabeza y mi cuerpo, me dividí en la parte “buena” que era mi cara y mi mente y la parte “mala” que era mi cuerpo. Desde muy temprano supe que tenía un trastorno pero no lo podía manifestar porque gracias a Dios había una parte de luz que no me dejaba caer en el hoyo. Para mi mala suerte existía un odio hacia mi tan fuerte que aveces me paralizaba.
Desafortunadamente caí en el trastorno, pero sentí mucha vergüenza porque nunca estuve en un peso de riesgo y no “parecía” que tuviera un TCA. Tomaron algunos años, experiencias y rodearme de un grupo de gente increíble para poder pedir ayuda, ha sido lo más fuerte que he tenido que vivir. Esta experiencia me ha desecho solo para poder volver a armarme más fuerte y con más amor hacia mi persona.
Todavía me queda camino, pero estoy empezando a recordar esa versión de mi que me gustaba, la cual está llena de luz y que nunca dañaría a nadie (incluyendo a ella misma)
Me ha costado contar mi historia por miedo a que la vayan a menospreciar por no tener un peso bajo, pero la vida siempre nos sorprende y en realidad he conocido gente igual que yo lo cual me ha ayudado a aceptarme y no tener vergüenza por ser quien soy.
Anónimo 24 años
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