Durante esta cuarentena nuestra alimentación se ha visto afectada por cambios en la rutina y aumento en la ansiedad y el estrés. Sin embargo, está etapa nos da la oportunidad de tomarnos un tiempo para reflexionar sobre nuestros hábitos y hacer cambios positivos. Aquí dejo algunas recomendaciones para lograr el objetivo:
1. Ver la comida como lo que es:
La comida es nuestro combustible para funcionar; nos ayuda a estar sanos, prevenir enfermedades y tratarlas en algunos casos. También es fuente de placer y un medio para promover la socialización y la convivencia entre personas.
La comida no es el enemigo que nos hará subir de peso (si la consumimos en cantidades adecuadas). Tampoco es un premio, ni un castigo. Y nunca debe ser utilizada como calmante.
2. Buscar formas de calmarse que no sean comer:
Cuando la respuesta no es comer porque el hambre no es física, es importante buscar alternativas que nos ayuden a relajarnos, entretenernos y sentirnos mejor. Como hablar con nuestros seres queridos, hacer manualidades, leer, escribir, hacer ejercicio, escuchar música, bailar, meditar y descansar.
3. Escuchar a nuestro cuerpo:
Tenemos un mecanismo interno para regular el apetito. El problema surge cuando dejamos de comer aunque tengamos hambre o seguimos comiendo cuando estamos satisfechos.
Nuestro cuerpo es sabio y hay que escucharlo: si tenemos sed, toma agua, si tenemos hambre comer, si estamos cansados descansar.
4. Conocer la diferencia entre hambre física y emocional:
Ello nos ayudará a decidir si es momento de comer o hacer algo mas. Aquí las diferencias:
Hambre física:
Sensación de vació
En el estomago
Baja de energía
Ha pasado tiempo desde la última comida
Ya alimentado gradualmente y al comer nos sentimos satisfechos
Hambre emocional:
Sin señales físicas
Antojo de alimentos específicos
Comer parece la única opción para calmarnos
No quedas satisfecho
Seguir las recomendaciones anteriores nos ayudara a sanar la relación que tenemos con la comida.
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